En el último programa del Instituto Ciudad Idea Elche (ICIE) en EsRadio Elche 103.7, nuestro presidente Manuel Romero, comenta la posición de nuestra ciudad Elche en el ranking publicado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), que evalúa 917 ciudades europeas a través de un nuevo índice: el IDUS (Índice de Diseño Urbano Sostenible).
El Diario Información titulaba una noticia de forma tan llamativa como cuestionable: “Elche, a la cola de España y de Europa en diseño urbano sostenible”.
Según este estudio, Elche ocupa el puesto 899 de 917, con una puntuación de 3,99 sobre 10. En comparación, ciudades cercanas como Torrevieja (5,46), Alcoy (5,12) o Alicante (5,06) obtienen una valoración más favorable. A raíz de este informe, desde el Instituto ICIE queremos ofrecer una lectura crítica, pero sobre todo constructiva. Porque Elche no es una ciudad enferma, pero sí tiene síntomas que debemos conocer y tratar.
¿Qué es exactamente el IDUS y qué mide?
El IDUS, publicado recientemente en The Lancet Planetary Health, es un índice vinculado a la salud urbana. Su objetivo es medir cómo influye el diseño de las ciudades en la calidad de vida y en la salud de sus habitantes. Evalúa 13 indicadores agrupados en cuatro grandes categorías:
- Diseño urbano: compacidad, densidad y tramas peatonales
- Movilidad sostenible: accesibilidad para peatones, bicicletas y transporte público
- Calidad ambiental: contaminación atmosférica, ruido, efecto isla de calor
- Acceso a zonas verdes: proximidad de la ciudadanía a parques y espacios naturales
Todo ello se basa en datos abiertos y satelitales (teledetección, OpenStreetMap, bases de datos públicas), contrastados con estándares como los de la OMS. Su gran virtud es su amplitud: casi 1.000 ciudades europeas evaluadas con una metodología transparente. Pero también presenta limitaciones importantes.
¿Refleja fielmente la realidad local?
Rotundamente, no. No se puede conocer un ciudad solo con datos remotos. El IDUS puede ser útil como punto de partida, pero no sustituye la evaluación en terreno, ni refleja aspectos tan esenciales como la percepción ciudadana o las particularidades locales. Algunas de sus principales limitaciones:
El índice presenta importantes limitaciones: no valida sus datos sobre el terreno ni recoge la percepción ciudadana, lo que reduce su fiabilidad. Además, no tiene en cuenta el contexto climático o sociocultural, y aplica un mismo modelo para ciudades tan distintas como Elche, Oslo o Viena. Algunos indicadores son demasiado genéricos: por ejemplo, medir el acceso a zonas verdes solo por la distancia, sin valorar si esos espacios son seguros, están mantenidos o realmente se usan. También deja fuera parte del término municipal, como ocurre con núcleos importantes como Peña de las Águilas o Torrellano, y no contempla la contaminación acústica, un factor ambiental clave en la calidad de vida urbana.
Por eso, usar este informe como diagnóstico único y riguroso es, como mínimo, arriesgado.
¿Puede este tipo de ranking estigmatizar a una ciudad como Elche?
Sí, y de hecho ya está ocurriendo. Titulares sensacionalistas como el que mencionamos al inicio pueden generar una imagen distorsionada de la ciudad. Y lo que es peor: pueden ser utilizados con fines ideológicos para justificar políticas urbanas sin consenso ni arraigo social.
Estos mensajes calan. Afectan al turismo, a la inversión, a la autoestima colectiva y a la visión que los propios ilicitanos tienen de su ciudad. Elche tiene desafíos, como todas las ciudades, pero no es una ciudad invivible, ni mucho menos.
Posibles mejoras en Elche
Aunque el informe tenga carencias, la crítica constructiva siempre es bienvenida. Desde ICIE queremos resaltar algunas áreas donde sí es posible y necesario mejorar:
- Movilidad sostenible: se ha avanzado con la conexión a pedanías, pero necesitamos más. El tranvía es fundamental y la mejora del ferrocarril sigue pendiente.
- Espacios verdes en barrios densos: zonas como Carrús requieren una actuación decidida.
- Desarrollo urbano bien pensado: urge equilibrar crecimiento con calidad. No vale con añadir viviendas y zonas verdes si no se construye ciudad.
- Evitar el “urbanismo de ordenador”: renders bonitos, pero sin alma. Lo hemos visto en recientes desarrollos como Altabix: espacios dispersos, desconectados, sin vida urbana real.
El modelo de ciudad debe alejarse del urbanismo moderno heredado de Le Corbusier: grandes bloques aislados, funciones separadas, calles sin identidad. Necesitamos crear ciudad, no solo construir. Queremos un urbanismo con cohesión, relación social y sostenibilidad real, no solo estética.
Conclusión: un informe útil, pero no una sentencia
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